lunes, 2 de abril de 2012

MI BONSAI



Cada  Bonsai de este mundo encierra una  historia de amor

A veces siento culpas.    Las madres somos así porque  sabemos  la  importancia de impulsar la vida de los hijos.   Porque la culpa  es como una sombra  misteriosa que te cubre sin que puedas verla. Debes estar pendiente porque cuando la culpa  te invade   te   oscurece tanto  que logra dominar tu existencia y te impide ver otras realidades y, casi siempre, las más hermosas. Todo esto sin ni siquiera notar su presencia. Descubrirla y apartarse de su sombra cegadora es un aprendizaje de vida.  Estaba  cubierta de este vaho   paralizante cuando al subir el rostro y fijar la mira en la ventana de mi cocina vi mi hermoso Bonsai. Tú sabes, un arbolito adulto pero muy pequeñito. Es admirable quien logre esta verdadera maravilla natural, pensé. En el mundo los Asiáticos  llevan el honor. El trabajo, la paciencia, la constancia a través del tiempo y su valiosa herencia cultural les hace únicos en este estilo de cultivos. Veo de nuevo mi ventana y aunque  no es  un verdadero, verdadero Bonsai "milenario", es una aproximación que viene de un vivero venezolano. Pero, mi árbol es muy especial, especialísimo diría yo. Es muy hermoso pero lo particular está en cómo llegó a mis manos: la persona que pensó en mí, que conoce que adoro estas plantas, que localizó el vivero ya que no es  común este cultivo,  juntó poco a poco su dinero para comprarlo a pesar del esfuerzo digno que hace para ganarlo, que lo colocó en la parte trasera de su motocicleta y recorrió tres Municipios del Estado para traerlo a casa sin que la planta sufriera ningún daño. Su alegría cuando vio la mía al destapar la caja.  Realmente eso no tiene precio. Tampoco ese sentimiento hermoso que, además,  viene desde mis entrañas.  Es, repito, algo especialísimo.  En este momento,  puedo darme cuenta, se ha ido la sombra. Mi hermoso Bonsai encierra una historia altruista  que indica orgullo. Ya no siento culpa. Por qué quedarme en lo que no puedo cambiar  si, por el contrario,  puedo disfrutar de lo que sí tengo. Gracias al Dios Poderoso por darme tanto. 

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