sábado, 31 de marzo de 2012

¿ HAY PODER EN LAS PALABRAS ?

     Toda mi vida había estado convencida de que sí. Me lo confirmaron infinidad de autores que han dedicado tiempo al análisis de este asunto. Es porque no es un tema insulso el de las palabras. 
    Fuimos concebidos entre ellas (hombre, mujer, amor, sensualidad, hogar, padres...), nacimos y fuimos criados con palabras (niñez, juguetes, regalos, infancia, protección, cuidados, adolescencia, juventud, vida...etc) y así vamos por el mundo, que no se entendería jamás sin palabras. 
     Por ello hemos llegado a creer en este mito con vehemencia "que las palabras tienen poder". Pero cada vez que vivo mis propias experiencias y cada vez que indago más sobre el tema encuentro otro sentido: sí, las palabras tienen poder...pero sólo el que yo les otorgo. Ellas por si solas carecen de cualquier valor. 
     Entre varias lecturas encontré un episodio revelador "cada día en todos los sentidos estoy mejor, mejor y mejor" con estas palabras Emile Cové logró mejoras importantes en sus pacientes haciéndolas repetir como una receta milagrosa. Ella y sus pacientes dieron fuerza a estas once palabras y obtuvieron buenos resultados. Es decir, para que haya un efecto debe también haber quien le dé el poder de producir ese efecto y de qué forma se lo dé. Recuerdo a un hombre de 52 años que se quejaba de que cuando niño escuchó a su padre decir "ese muchacho cuando sea grande será un vago". Eso le dolió mucho porque se refería a él. Así durante varios años le dio tanto valor a esas palabras que se esforzó en trabajar desde muy joven hasta que se hizo un empresario exitoso para demostrarle a su padre que no sería así. Te fijas cómo puede impactar a una persona las palabras que oye. 
    Pero, no todo el mundo tiene la misma suerte. Está el caso de la mujer que escuchó en su casa siempre que cuando creciera de seguro sería prostituta, hoy en día es una buena profesional de carrera universitaria, exitosa por cierto, pero con una larga lista de maridos a través del tiempo, que parece nunca terminar. No se trata de juzgar porque nadie tiene este derecho. Se trata de entender que nosotros decidimos a que palabras empoderar y de qué manera nos afectarán. Una sola palabra puede ayudar a construir una vida pero también puede llegar a ser demoledora. En lo personal, crecí escuchando que al momento de mi nacimiento mi padre dijo "¡una niña, no puede ser!"porque él esperaba otro varón y me lo repitieron como una gracia sin medir cómo podría esto afectarme. Hoy, pienso que esa fue una reacción típica de un mundo machista, afortunadamente, fui una niña querida y le di poder, sin darme cuenta, a las palabras de afecto y amor que recibí.
      Amigo lector, cuando escuches palabras de desaliento, rabia y odio debes saber que son las palabras de desaliento, rabia y odio del espíritu del que las dice porque esa persona decidió destruir al mundo que lo rodea con palabras negativas. Aún sin ni siquiera proponérselo. Pero tú que ahora sabes que las palabras no tienen vida propia, únicamente dale poder a las palabras de aliento, de optimismo, de amor. 
      Después de oír las palabras que vienen hacia ti toma lo que te sirve para rectificar un error, lo que te ayuda a crecer y lanza a la papelera de la vida las palabras que pretenden destruirte, estas últimas, no sirven para nada.

2 comentarios:

  1. yo leo tu blog y te invito al mio
    http://lavidafacilodificilperosiemprevida.blogspot.com/
    te quiero saludos

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    1. Gracias por leer mis escritos, están hechos con una intención positiva. Ojalá podamos intercambiar ideas más seguido. De inmediato revisaré tu blog y haré comentarios. Saludos.

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