jueves, 24 de mayo de 2012

¿ DUEÑO DE TI, DUEÑO DE QUÉ ?...

...así comienza  una canción del cantante latinoamericano, José Luis Rodríguez, conocido en el mundo como El Puma. Una canción exitosa no sólo por el ritmo sino también por el contenido de su letra. DUEÑO DE NADA prosigue la melodía. Nada más cierto que estas frases y nada  más ignorado por los seres humanos que  parecen  nacidos para ser dueños de cuanta cosa se les atraviesa por el frente. A penas nacemos somos dueño de la persona que se nos presenta como madre, nadie toca esa teta, es mía. Nadie puede acercarse dice el niño más crecidito, ni bailar con ella, ni  dormir con ella...porque es mía, ella es mi novia, dice. El gusto de sentirnos dueños de algo pace venir en nuestros genes, es natural, tal vez  por eso de que somos eminentemente territoriales.  Para poder convivir necesitamos delimitar espacios y dentro de ello, pareja, alimento, subsistencia. Sólo basta imaginar  a nuestros antepasados de la prehistoria quienes a pesar de desconocer el concepto actual de propiedad privada sí sabían defender su territorio y se hacían respetar en él.


     Y  por el camino de nuestras vidas vamos viviendo y creciendo sintiendo que somos dueños de cosas. La escuela es otro de los espacios claves para reforzar esta conducta que, repito, parece innata. En la escuela el humano experimenta y lucha por ser dueño del área de recreo, del primer puesto en el aula, del aprecio o la atención de la maestra...y otros, menos socializados se imponen ante los más débiles hasta con los golpes. En los niveles superiores de educación nos disputamos ser dueño de la popularidad y más tarde de la verdad en los predios universitarios. Una vez más la escuela en su acción reproductora del sistema.
 
  De esta manera nos entrenamos a través de un curso largo de más o menos años.  Y, cuando somos adultos y no recibimos  la contraparte necesaria ( guía, amor, discernimiento...ejemplos...) corremos el riesgo también de sentirnos dueños de cosas que no podemos tener como nuestras. O de pasar la vida luchando con otros seres humanos, hasta el cansancio,  por obtener "ese algo"  que siento que me pertenece. Pero volviendo a la canción de nuestro querido compatriota Rodríguez  no somos DUEÑOS DE NADA. NI DEL RECUERDO DE LA LUNA SOBRE EL AGUA.


  Tomar consciencia de está idea nos ahorraría muchos sufrimiento y problemas. Nos permitiría vivir una vida de menos conflicto y más calmada para poder ir descubriendo como disfrutar, en el camino,  momentos de más felicidad. Si  yo, madre o padre no me siento dueño de mis hijos me ahorraré el trabajo agotador de inmiscuirme demasiado en sus vidas, no tendré que tomar sus decisiones, no tengo que asumir las obligaciones de ellos... así serán más independientes y más maduros. Sé que mi guía y mi ejemplo son necesario para formar su base emocional pero no son míos, no tengo que escogerles su pareja, su profesión ni adueñarme de sus hijos, sólo queda deleitarme en el hecho hermoso de ser  abuelo o abuela. Será más fácil la vida con las parejas que ellos prefieran porque no soy su dueña o dueño y les respetaré permitiéndome nada más que un consejo oportuno y amoroso, cuando ellos lo soliciten.

     NO SOY DUEÑO  O  DUEÑA de mi pareja. Pensar de esta forma me hará vivir sin los celos absurdos ni fantasías de traición, ni escenas de abusos verbales ni  físicos que destruyen el alma de quienes lo sufren porque dejan  huellas dolorosas y  profundas que nos empeñamos en no olvidar  ni  perdonar sinceramente. No soy dueña o dueño de mi pareja por lo que no lo voy a cambiar por el simple hecho de que se enamoró de mí. Todo esfuerzo que haga en ese sentido será perdido. No puedo cambiar sus gustos  por lo que lo único que puedo hacer es comprender y complementar con los míos. Disfrutar de las similitudes y respetar las diferencias. Él es él o ella es ella  y usted es usted. Diferentes pero que en un momento de sus vidas quisieron estar juntos para  vivirla y no para sufrirla. Si considerara que no soporta sus cosas entonces, cuidado, tenga paciencia, tal vez su pareja no ha llegado todavía, dese su tiempo para evaluar más razonadamente. Si ya está comprometido por matrimonio, el amor y la comunicación serán indispensables sin sentirse propietario.

     Y para finalizar con la canción, si no comprendemos esta realidad, porque somos tercos o porque cree que usted sí puede hacer con el otro lo que le da la gana... entonces, no le queda otra cosa que ser un ARLEQUIN,  sin alma.

ARLEQUÍN: personaje clásico de la comedia, con trajes de remiendos, pobre, que representa el  ballet cómico, servidor de dos amos. Sirviente ingenuo y sensible como un esclavo.

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