lunes, 7 de mayo de 2012

EL DUELO


"...Es un deber de todos los hombres predicar paciencia a cuantos se retuercen bajo el peso de la desdicha pero ninguno tiene virtud ni entereza para mantenerse tan moralizador cuando esa misma desdicha pesa sobre él."   William  Shakespeare Macbeth


                                     Una relato  de quien  lo   vivió hasta  los huesos.

      Es vivir la experiencia de una catástrofe natural que no puedes evitar y que resulta devastadora. Un tsunami emocional que  sufres también a consecuencia de la muerte de seres queridos. Es quedarte sobre la nada, perdido o perdida porque no puedes entender ahora la vida sin esa persona(s). Sientes que no puedes asirte a nada como si hubieran retirado todos los puntos de apoyos  que lo único que puedes hacer es quedarte en un solo sitio  dejándote caer sin fuerzas. Impotente ante el hecho real pero que tu cerebro se ocupa de ignorar recreando irrealidades, negándolo todo, refugiándote en los recuerdos, en las fotografías, en palabras sin terminar, en expresiones ignoradas pero que ahora tienen toda tu atención porque, tal vez, esperas encontrar, si las descifras, algunas respuestas y por que no, un consuelo.

Cuando el resto de las personas está viviendo en sus cotidianidad tu mueres entre los pensamientos empapados de lágrimas amargas...y cuando, por fin el agotamiento te hace dormir tu cerebro, otra vez, sale en tu defensa y te complace  en el recuerdo de  situaciones vividas y nuevas donde todo sigue igual, nadie se ha ido y no hay sufrimiento. Estabas equivocada. Puedes ver a esa persona, hablar con ella, preguntarle cosas....hasta que  despiertas y vuelves a chocar con la realidad,  de nuevo el llanto y la tristeza. La frustración es no poder quedarse dormido para siempre  evitar lidiar con la realidad.

El desastre  emocional  se produce con tanta fuerza que arrastra todo y parece remover los simientos de cada neurona y una vez que pasa sólo  queda  la  destrucción. Tu cerebro coordina diferente. No vuelves a ser el mismo. Ahora, sin esa persona (sin ellos) nada te parece igual.Porque jamás será igual. Ni siquiera cuando todos crean, hasta tu mismo creas, que todo ha pasado, ya no volverás a ser el mismo. Muchas palabras de consuelo que no recuerdas, miradas y expresiones de afecto quedan ignoradas porque lo único que quieres es silencio para pensar, para recordar y llorar. Porque es necesario llorar, dicen que "el llanto lava las heridas". 

Cuando hemos sabido de desastres naturales sabemos que lo que veremos será dantesco, bueno así de manera dantesca se siente esa pérdida. Tú la vez dantesca aunque para otros sea un acontecimiento importante más. Tan dantesco es, que puedes perder la conexión con el mundo, tu mundo. Las cosas que eran significativas dejan de serlo y el no contacto te vuelve solitario y ermitaño. Tal vez porque no puedes soportar que el mundo sigue y no se detiene por ti, ni por nadie. Eres tu el que se detiene. Eres tu el que se  ve destruido y sólo buscas la soledad para seguir conectado al que ya no está. La soledad te va moliendo y tu sabes que te destruye hasta la desesperación pero no puedes ver la salida y otra vez solo.A veces con las manos en la cabeza y los codos en las rodillas, desesperado(a), con ganas de gritar muy fuerte pero terminas ahogado llorando en secreto.Nadie puede oírte, ni siquiera se percatan de tu dolor porque quien tiene vida difícilmente quiere detalles del que está muriendo. Esta sí que es una empresa solitaria.


Los sentimientos de rechazo pueden surgir hacia las otras personas, la rabia, el odio, el  resentimiento se siente por otros y no sabes por qué. Nada más lo sientes. Eso contribuye al encierro en ti. Las nauseas y los mareos se hacen presentes. No se aguanta más. Deseas salir de esto inexplicable que te atormenta...pero, cuidado!...la salida puede no ser nada convencional. Muchos se equivocan al tratar de salir y lo hacen por la puerta equivocada y te puedes encontrar con algo que nunca sospechaste: sumergido en el sopor de una borrachera sin fin, en la ilusión de una droga, en la suciedad de un callejón o, en el peor de los casos, sintiéndote reconfortado en la posibilidad  estar con  el ser querido, para siempre.




Afortunadamente, el  tiempo inexorablemente pasa y el cuerpo se regula así mismo y el dolor, aunque no desaparece, se debilita. Reducido el dolor deja paso para que resurjan sentimientos dormidos. Unas personas tardan más que otras para volver del viaje tenebroso del duelo. Cada quien tiene un tiempo para ese viaje a la nada, de penumbras y gritos ahogados. Porque ir  requiere de un tiempo y volver, de otro.Y cada persona traza su guía. Todo dependerá de los sentimientos, de las circunstancias, del carácter, del medio. 

Algunos no logran encontrar el camino de regreso, se pierden porque creen que hallarán a su ser querido y  podrán volver a ser lo que antes eran. Otros, ven la luz y comienzan a escuchar las voces de los que continúan viviendo y aunque nublados los ojos, comienzan a ver lo que era invisible hasta entonces. Con  las cicatrices del alma frescas te das cuenta que otras personas también amadas, tanto como los que ya no están, esperan atentos y te extienden las manos para ayudar a ponerte de pie. Ellos que también sufrieron la misma pérdida y están esperándote. No se han ido. Ahora es necesario luchar por tí y por ellos, aunque no seas el mismo, necesitas retomar el control de tu vida. Es una experiencia, porque has vuelto diferente. Sabes que hay cosas que no podrás cambiar pero necesitas lograr posesionarte de un lugar. Y como todo es un aprendizaje, aprenderás a existir en esta tu nueva vida.

El duelo es un proceso normal, innato, no se puede ni  ignorar ni  minimizar. Sólo, como a las olas del mar, uno se prepara para recibirlas y no dejarse arrastrar por ellas, porque vienen nuevas olas y debemos estar atentos si queremos mantenernos a flote.  Y cuando tus sentidos se equilibran te das cuenta que tienes que aprovechar al máximo esta oportunidad que tienes para vivir y ser útil, dando sentido a las cosas, valorando más allá de lo material. Viendo a tu alrededor y viviendo. Nunca serán olvidados, ni desplazados...los que ya se han quedado dormidos. Ellos están vivos y  en nosotros serán eternos. Porque como dijo, Tomás Borges,  el  revolucionario y poeta nicaraguense, "El amor lo puede todo". 
     


  






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