viernes, 25 de mayo de 2012

POESÍA: AMOR CEREBRAL

Por: María J. Márquez

Para quienes jamás pensaron que el amor  puede ser  un acto de creación cerebral que requiere de dos pensadores de altura. 

El amor
no es sólo un sentimiento
es también un proceso
es caso del cerebro
y no es cosa banal
pensar,
que también es neuronal
                                           y cada vez hay en ello más consenso.

Para armonía lograr
y el amor consolidar
 es necesario conocer 
y el equilibrio tener
de la función cerebral.

Porque amar,
no sólo es querer
ni placer,
ni materiales tener,
es cuestión de ser.

¿Cómo? preguntaría un mozo
¿El amor es algo lógico?
¿No es sólo pasión?

Yo le respondo:
no es paradójico
está el mensaje implícito
es pasión,
es imaginación,
es locura,
pero:
para que sea amor que perdura
y no cosa de un día,
y siempre placentero
...es  también cordura.

    Que es mío y de nadie más!
que me casé y lo amarré!
que no quiero para que tu no quieras también!
que te dije!
que me dijiste!
que te fuiste y me quedé!
que me dolió y que volviste!
que me dolió y otra vez te fuiste!

¡Que varilla!
¿Y así pasar la vida?

No es cosa entonces de pensar?
de ser consciente nada más
y crear:
mecanismos de acercar,
de tocar para amar,
de comunicar,
de sinceridad?

                                                      Ah!
                                                           y esto acaso ¿No es cerebral?
te invito a investigar
cómo crear
            cómo diseñar un amor más neuronal
     ¡Imagina tal probidad 
         en cada neurona el amor captar!

          Ojo, también debe ser pasional
               el asunto es combinar;



sin corromper
sin someter. 
Sintiéndose amado
no se piensa como amo.
Sintiéndose amado
no se piensa como esclavo.
El poder lo tienes 
cuando descubres tu perspectiva.
Y cuando te atreves a diseñar  
la posibilidad de una armoniosa  vida.
Suerte.

        Porque un amo jamás amará a su esclavo... y si llegara esto a suceder, no quedará nada más que dos destinos,  la libertad conceder o vivir los tiempos más profanos.                                              María J. Márquez

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